Una tarde un joven se dirigió a una tienda a comprar género. Al
ingresar al local, la vendedora muy gentilmente le preguntó: “¿Qué va a
llevar?” a lo que con la misma amabilidad le contestó: “Género. Quiero 2 metros
de género. Rosa y celeste. Un metro y un metro”. Sin decir nada, la vendedora
fue en busca de los colores solicitados. El joven observó que las piezas eran
demasiado pesadas para ella, y escuchó que tuvo que pedirle a su compañero que
la ayudara. Fue él quien acarreó las grandes piezas de género y las ubicó sobre
el mostrador. Una vez allí, la vendedora pudo hizo gala de su destreza: el gran
lienzo comenzó a rodar. Primero fue el celeste. Tomó la tijera de su delantal y
cortó la medida que le habían encargado. Luego fue el turno del rosa. El proceso
fue el mismo. “Los géneros cortados con la misma tijera”, se decía el joven
para sí. La vendedora guardo la tijera, dobló las telas, las colocó en una
bolsa y se las entregó al comprador. Al salir del local, con una sonrisa en su
cara, el joven pensó: “hoy voy a poder vestir los cuerpos con el género que
quiero”.
Martín Toyé
Septiembre 2013
Para "entrAEproximaciones"